domingo, 16 de agosto de 2009

Aprendizaje



A pesar de estar en pleno invierno, el sol es generoso. Acaricia mi cara y el sol y el trago que estoy bebiendo me embriagan levemente. Es temprano para almorzar todavía pero sin dudas la señora Amelia tendrá todo dispuesto en la cocina para el almuerzo del domingo.
Mi mente se transporta a aquellos días en que estabas aquí. Decidías si comeríamos vegetales y pollo o carne asada. Llenabas la casa de flores. Tu perfume me embriagaba aún más que el de los ramos que arreglabas con esmero por aquí y por allá. Para entonces la señora Amelia era un personaje nuevo entre nosotros. Te encargaste de explicarle con delicada paciencia los quehaceres tal como a vos te gustaba que se hicieran. Eras estricta con esas cosas.
Entrecierro los ojos y escucho el trinar de los pájaros. Se confunden, el sol es muy intenso y creen que es primavera. Incluso algunos pimpollos quieren asomarse. Me siento sólo. Los niños corren por el jardín. Igual, estoy sólo. La alegría que me dan nuestros hijos me resulta escasa. Escucharlos hablar sobre sus amigos, la escuela, sus travesuras debería serme suficiente para ser feliz. No lo es. Me siento mal por eso.
Tus recuerdos pueblan mi mente. Verte jugar con los niños era una fiesta. Siempre estabas dispuesta a posponer cualquiera de tus actividades por ellos, para estar con ellos. Me resulta difícil describir tu extrema dedicación y tu amor para con los niños y para conmigo también.
Se que seré capaz de entender algún día. También estoy seguro de que nunca tendré la madurez suficiente para entender que no me lo hayas dicho a los ojos. Tu falta de valor no fue digna de vos. Nunca podré perdonarte haber tenido que leer en esa carta, que recibí de manos de la señora Amelia, que no eras feliz, que nunca lo habías sido. Me temblaban las manos, mi vista estaba borrosa. No podía leer bien tus palabras. Tal vez no las quería leer. Pensé inmediatamente en nuestros días felices. Fueron una mentira.
Y ahora aquí sentado y bebiendo mi gin busco no enloquecer para seguir adelante, para criar a mis hijos, para intentar reencontrarme con el hombre que alguna vez fui antes de conocerte, para aprender a vivir, sin vos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario