domingo, 20 de diciembre de 2009

Navidades


Hojas verdes brillantes de muérdago que adornaban el patio de los abuelos. La mesa en el centro, el mantel blanco, limpio, listo para albergar la vajilla que se lucía sólo en Navidad.
El llamado a poblar la mesa y todos nosotros ansiosos por su llegada. Y daban las doce. Corríamos para verlo. Una vez más se nos escapaba dejando a su paso la esperanza de alcanzarlo, tal vez el año siguiente.
Los regalos, la alegría, las pequeñas desilusiones, las lágrimas de los mayores.
Año tras año la escena se repetía: la familia, la mesa de Nochebuena, los paquetes de papeles de colores, las luces que invitaban a soñar.
Un día, cambiamos de patio. Los abuelos ya no están. Algunas ilusiones se habían desvanecido. Pero nacieron otras con más fuerza, con mucho amor, con una vida que ya cuenta veinte años y otra que apenas comienza.
Ahora somos nosotros quienes les creamos la ilusión de Papá Noel a los más chicos. Y son ellos los que corren para verlo. Y no lo encuentran y saludan al cielo con la esperanza de que el año que viene volverá…