martes, 1 de marzo de 2011

Papás primerizos de escuela


El flamear de la bandera, el nudo en la garganta cuanto cantamos el himno, las mochilas relucientes, la alegría de ver a los amigos del año pasado, el llanto de los más chiquitos.
Empieza un año más de clases y el remolino de sentimientos se agolpa en el corazón de los papás primerizos, primerizos de escuela.
Año a año vivo este día con la emoción de renovar las esperanzas y las ganas de ver un grupo nuevo de nenes y nenas que van a recorrer un nuevo camino, un camino que los va a enriquecer. Aprender a leer y a escribir será la excusa para comenzar a convertirse en futuros hombres y mujeres.
“Quiero que piensen en tres deseos y que mamá los ayude a anotarlos en esta tarjetita” dijo la seño de primero, luego de haber confesado que no había dormido la noche anterior porque sabía que iba a conocerlos. Porque sabía que iba a tener a un grupo de niños que dependerían de ella todo un año. Ella sería la encargada de contener sus llantos, de recibir sus alegrías, de escuchar, de adivinar, de querer, de guiar.
Una de las nenas, la más linda, eligió sus tres deseos y me los confesó: “Quiero aprender a leer, quiero tener muchos amigos, quiero aprender a contar”. Y sus deseos y los de sus compañeritos, que iban a ser seguramente sus amigos de la vida, fueron cayendo uno a uno en un sombrero de colores brillantes que la seño colocó amorosamente en un lugar privilegiado del aula. “Ahora tenemos que trabajar juntos para que todos sus deseos se hagan realidad” dijo.
Los papás primerizos de escuela entendieron que ya se debían retirar, que sus hijos estaban listos para recorrer el camino que los llevaría a descubrir un mundo nuevo, con un nudo en la garganta, con los sentimientos encontrados, con la incertidumbre de lo que vendrá…