lunes, 2 de febrero de 2009

Marumba

Ayer me dijeron que Marumba estaba llegando. No lo entiendo. Lo pasamos bien, así. Con mi papá juego, aunque a veces se enoja porque dice que no dejo de moverme y que lo vuelvo loco. La verdad es que no puedo dejar de correr y de jugar. El no sabe, es grande. Mi mamá se enoja más y habla todo el tiempo de Marumba y esto y lo otro y por qué no para… Me estoy cansando.
Ya era la hora de ir a la escuela, yo quería quedarme en mi casa. Pero no. Tuve que ir.
A veces pienso en mi papá cuando me dice que me quede quieta. ¿Qué haría mi papá con todos los nenes que tiene la seño? Suben, bajan, gritan. Gritan fuerte.

Termina la escuela. Hoy. Mañana tengo que volver. Pero no dejaba de pensar en Marumba. Quisiera sacarla de mi cabeza y no puedo. Siempre está allí. Me gustaría saber que opina mi papá de Marumba. A veces creo que esto de que venga es cosa de mi mamá. Es ella la que está obsesionada.

En casa es peor porque viene mi abuela o mis tíos y me preguntan por Marumba. A veces creo que voy a enloquecer. Todos insisten en que la tengo que querer, que cuidar y otras cosas más. Yo, en realidad, cada día la quiero un poco menos.

Creo que voy a tener que acostumbrarme a la idea porque le pedí a mi mamá que no viniera Marumba. Me dijo que Marumba iba a llegar y la íbamos a querer mucho, todos. Que la teníamos que proteger, que era muy chiquita. Fue entonces cuando empecé a entender que Marumba iba a ser importante en mi vida.

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