martes, 16 de noviembre de 2010

Flotar, a pesar de todo

Me golpeaba el frío terrible del agua salada y me impedía pensar claramente. Me resultaba difícil saber cuánto tiempo había estado asida a esa tabla. Una, dos horas habrían pasado, calculé. Tal vez más. Me había aventurado al océano buscando la claridad de pensamientos que estaba definitivamente perdiendo. Habíamos discutido, corrí, sin pensar subí al bote, remé sin pausa pero las aguas impetuosas y mi impericia provocaron lo inevitable. Los últimos rayos de sol brillaban en el agua, el mar se había tranquilizado pero la marea subiría de un momento a otro y yo perdía las esperanzas de que alguien me rescatase.
A pesar de que era el mes de octubre, las aguas del Atlántico sur estaban frías, muy frías y esto es así siempre, incluso en pleno verano. Ya no sentía los dedos de los pies. Opté por moverme todo el tiempo mientras las fuerzas me lo permitieran. Mientras ejercitaba mis piernas, daban vueltas en mi mente las palabras que él me había dicho, palabras que se metieron en mi piel con la violencia de un cuchillo y dejaron una gran cicatriz. No lo pude tolerar y huí de ese lugar que había sido elegido como el refugio soñado para nuestra escapada de octubre. ¿Cómo terminé así? me preguntaba una y otra vez.
Sentí un movimiento extraño debajo de mis pies. Me asusté. Supuse que un cardumen había nadado muy cerca provocando ese movimiento aunque también pensé en algún pez grande. Hundí mi cabeza para ver debajo del agua pero sólo vi un puñado de pececitos que nadaban con la corriente, situación que me produjo un moderado alivio. Miré hacia el horizonte buscando respuestas. Desde pequeña había fantaseado con introducirme en el mar como Alfonsina. En más de una ocasión lo había intentado a nado tratando de experimentar una libertad que no tenía. Cuando había pasado la segunda rompiente, me daba vuelta y veía los brazos agitados de mis padres que me obligaban a volver. Esta vez salí en busca de esa libertad en un bote y fui mar adentro hacia ese horizonte de las postales. Pero no lo encontré, me topé con la angustia y la desesperación y en ese momento solo podía pensar que, tal vez, no iba a tener retorno.
Me dolían los ojos y el salitre del agua estaba haciendo estragos en mi cara. Estaba oscureciendo y con la luz se iban mis esperanzas de ser vista por alguna embarcación que pasase por allí con rumbo a un puerto cercano. Aunque el traslado de embarcaciones pesqueras también era escaso en esa zona de la costa, según recordé y eso acabó con mis últimas esperanzas. Me dolían los brazos y las piernas. Me resultaba difícil sostenerme sobre esa tabla que había alcanzado a tomar cuando mi bote se despedazó. La madera rugosa y vieja me lastimaba los dedos y sin embargo me asía a ella, me asía a la vida.
A pesar del frío y la desesperación encontré un tiempo para reflexionar. Estaba flotando en el medio del océano de mi vida. Las olas me golpeaban la cara una y otra vez. Pensé en los problemas que no había podido resolver. Pensé en todos los planes y proyectos que no iba a realizar, en todas las promesas que no iba a cumplir y también en todas las palabras de afecto que no diría. Estaba subiendo la marea y ya no podía mover mis piernas porque estaban entumecidas. Las olas se tornaban gigantes y algunas de ellas pasaban por sobre mí llevándose la poca energía que me quedaba. Quise gritar pero no pude producir ningún sonido. Mis lágrimas se confundían con el agua salada del mar. No tenía más fuerza.
Después de un tiempo que pareció infinito, vi una luz que se aproximaba. Un pesquero, pensé. Tenía que tomar una decisión: tratar de agitar los brazos para llamar la atención o nadar. Solté la tabla y comprobé que podía flotar a pesar de mi debilidad. Me puse en movimiento y comencé a nadar lentamente hacia mi salvación.






3 comentarios:

  1. Excelenteeeee!
    que placer seguir este camino de tus palabras, amiga. Felicitaciones!

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  2. Gracias, Cuentos Cortos!

    Quien sos???

    Saludos...

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  3. cuentos cortos intenta crear corrientes de opinión. Aporta comentarios y "hace bulto" por la poca participación que hay en Cruzagramas.
    Felicitaciones a Silvina por su texto y las publicaciones

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