Había planeado ese viaje minuciosamente con el propósito de hablarle. Los dos se debían un respiro. El trabajo, la facultad y mil problemas los tenía agobiados, pero fue ella la que insistió. Quería descansar tres días en las Termas.
- ¿Tenés todo listo? – preguntó él, - yo traje un bolso sólo- agregó, como incitándola a ella a hacer lo mismo.
- Sólo falta cargar mis bolsos en el auto- dijo ella, estudiándolo para ver si él estaba realmente feliz.
- Bueno, subo todo y vamos. ¿Chequeaste las reservas en el hotel? Yo no tengo la misma confianza que vos cuando se trata de contratar un servicio por Internet.
- ¡No seas retrógrado! , sí, está todo chequeado. Además, el hotel me lo recomendó Ana, mi compañera de la oficina, ¿te acordás que te comenté? A veces pienso que no me escuchas cuando te habló- agregó ella con tono enojado.
Emprendieron el camino hacia Entre Ríos. Los esperaba un viaje de tres horas o tres horas y media a más tardar. Ella estaba un tanto preocupada por el verdadero motivo de esa escapada. Él, en cambio, pensaba sólo en descansar y relajarse en las aguas termales.
- ¿Cuántos kilómetros faltarán? – preguntó ella, recordándose haciendo la misma pregunta a su padre, cuando viajaban en familia.
Entonces él le preguntó irónicamente se tenía diez años y agregó:
- ¿Estás contenta que estamos viajando como querías? Fue una buena idea, tuve suerte que el supervisor me adelantara el franco para este viernes.
Ella permaneció en silencio por unos kilómetros. Pensó y volvió a pensar qué frases usar para sacar el tema. Finalmente, respiró profundo e incapaz de esperar la distancia que faltaba para llegar al hotel, le dijo:
- Estuve pensando…- palabras peligrosas si las hay, pero no encontró otras. – El próximo verano vamos a cumplir 6 años de estar juntos…
El la miró, sacando su vista de la ruta por unos instantes. Su cara, ahora, mostraba interés y preocupación, especialmente preocupación. La conocía lo suficiente para saber que ese no era un diálogo inocente.
- Si, ¿tenés ganas de que organicemos algo especial? – le dijo él, como queriendo cambiar el rumbo de la conversación que sabía, o creía saber hacia donde se dirigía.
- No, tengo otra idea en mente…-dijo ella, como dándole pie a él para adivinar.
Pero él no quería adivinar. Matrimonio no era una opción, al menos por ahora. Un silencio incómodo los invadió.
El manejaba con la vista fija en la ruta y pensaba. Rápidamente el auto devoró la distancia que los separaba de las Termas. Cuando llegaron, ella le tomó el brazo y le preguntó:
- ¿Nos mudamos juntos?
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