jueves, 28 de mayo de 2009

Atrapada


Un túnel oscuro, vacío y sin final.
Un frío helado que recorre sus brazos.
El cuerpo entumecido,
como si tuviera cien años.
Sus pies inmóviles que no la dejan escapar.
La voz ausente,
no puede pedir ayuda.
Las paredes húmedas y agrietadas,
están muy cerca de su piel.
Sus ojos buscan desesperados una salida,
No la hay.
Hay tinieblas, desesperación y desengaño.
Hay dolor,
hay desamor.
Hay hastío, muchas palabras malgastadas.
Un atisbo de rencor que se niega a transformarse en odio.
Y otra vez la culpa se apodera de ella,
la paraliza.
No puede dejar el túnel.
Elige el frío,
la distancia
el amor imaginado.

domingo, 24 de mayo de 2009

Carta de renuncia

A quienes les corresponda:

Me dirijo a Uds. para informarles acerca de mi decisión de renunciar a todas aquellas personas regidas por el pesimismo.

Son adultos en su mayoría, pero son también niños y adolescentes que se educan en las familias donde flota este mal. Absorben el aire viciado que se genera en sus hogares. Lo acumulan lentamente, día a día. Y luego lo dejan ir como quien se libera de un mal que lo aqueja. Lo dejan ir en sus lugares de trabajo, en sus escuelas, entre sus compañeros de oficina y en el recreo. Transmiten inevitablemente el virus que les arde en la piel. Buscan formas variadas de expresar todo pensamiento que, saben, dejaran al prójimo devastado. Los seres que los rodean tendrán pocas posibilidades de retomar el placer de seguir adelante, de pensar en un futuro mejor. Estos hombres y mujeres disfrutan ver como se transforma la cara de los que los rodean, cuando ellos hablan. Se van perfeccionando en su quehacer.

Renuncio a ellos porque son egoístas, oscuros y se niegan a aceptar que puede haber una bocanada de aire fresco o un rayito de sol tenue en sus vidas. Renuncio a ellos porque no aceptan a las personas que miran el cielo cada mañana y agradecen estar vivos. Tampoco ven con buenos ojos a los que buscan desesperadamente una luz que los ayude a ver que algo bueno se aproxima.

Sin otro particular y deseando que esta situación se revierta, me despido atentamente.

Silvina Tauz.

lunes, 11 de mayo de 2009

La desmetamorfosis

Para el Gran Zaiper
Las dulces notas brotaban del violín de Grete. Los inquilinos disfrutaban del concierto.
Gregor absorbió lentamente la melodía que envolvía la casa. Comenzó a deslizarse. Salió de detrás del sofá que lo ocultaba. Le gustaba la música. Siempre le había gustado. Su aspecto cambiaba al compás del violín. Ya no tenía el cuerpo de un escarabajo. Ya no sentía dolor. Era Gregor, el hombre, otra vez. Ingresó tímidamente al lugar de donde provenía la música. Lo vieron. En ese instante decidió que ya no formaba parte de esa familia.

sábado, 2 de mayo de 2009

El paseador de la oscuridad

Cuando no quedan rastros del día y las almas se guarecen de la noche, el paseador de la oscuridad se aventura a las calles de la ciudad. No tiene un rumbo fijo, cruza la plaza distraído. Una pareja se confunde en caricias sin fin. Un ave en vuelo se apresura a llegar a su nido. Se siente una brisa fresca que hace revolotear a las hojas secas de otoño. Las intenta detener con su pie. No puede. Huyen rápidamente. Mira hacia arriba y ve los despojos del cielo.
Su condición lo obliga a buscar algo que lo llena de culpa. Sabe, sin embargo que vive inmerso en una comunidad pecaminosa. Un grupo de adolescentes caminan despreocupados por la vereda de enfrente. Se divierten.
Su andar es lento, confiado. Observa los edificios que lo rodean. Piensa en los hombres y mujeres que los habitan. Se detiene porque intuye que acaba de encontrar lo que necesita. Huele su alimento. Está cerca. La sangre de su víctima lo atrae. Da unos pocos pasos y ataca. Tiene que sobrevivir. Como todos.